"Uniting Christian & Jewish Clergy from Around the World"
Cuando los problemas nos benefician
Por el Rev. Dr. Felix Colon Ph. D
Las dificultades son una oportunidad de crecimiento y aprendizaje. Todo tiene solución cuando estás junto al Señor.
Cierta vez quería echarle gasolina a un auto que me prestaron y fue imposible porque tenía algún dispositivo especial que no conocía. Luchamos durante un gran rato en la gasolinera y al final tuve que llenar el tanque haciendo acrobacias. Mi primera reacción fue pedirle a mi esposa que buscara en el manual del vehículo alguna respuesta, pero ¡era un libro de 250 páginas! Buscamos alguna sección resumida y no tenía. Muchas veces en la vida, necesitamos indicaciones claras para resolver uno de tantos problemas que nunca faltan. Las dificultades son como la hierba mala de un jardín, la arrancamos pero en poco tiempo crece más grande.
Dificultades que nunca faltan
Romanos 8:35 dice: ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
Algunos cristianos piensan que si están con el Señor, los problemas desaparecerán por arte de magia, pero están equivocados. Otros ven a Dios como un bombero al que se llama sólo en situaciones de emergencia. Lo buscan en medio de las dificultades pero lo olvidan cuando todo marcha bien.
Conforme caminamos en las cosas del Señor, descubrimos que es necesario tener fe aunque nos cueste comprender por qué permite ciertas situaciones difíciles. Si estás con Él, no pensarás que todo y todos están en tu contra.
Los problemas nunca faltarán y pueden separarte del amor de Dios si no sabes manejarlos. Todo tiene un propósito en la vida. No evadas los conflictos, búscales solución lo más rápido que puedas para que dejen de perseguirte. El pastor Cash ha dicho que su eficiencia para solucionar problemas reside en aplicar la estrategia de darles el tiempo que merecen. Se encierra con ellos, los revisa, enfrenta y resuelve. Dios nunca dijo que no tendríamos problemas.
Encontrar la salida
2da. Corintios 4:8-9 nos anima: que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos.
La Palabra nos da esperanza. Siempre hay una salida para las dificultades y si no logras encontrarla, pídele al Señor que te la muestre. El Espíritu Santo puede guiarnos si le escuchamos y lo involucramos.
También es importante tomar en cuenta que muchas veces el problema realmente no es la situación que enfrentamos sino la actitud que tenemos ante ella. Cuando el problema somos nosotros, la solución es cambiar de postura, ser más receptivos, tolerantes y humildes.
Juan 16:33 recuerda: Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.
Jesús es el único que puede darnos paz. Los problemas nos lastiman porque nos hacen vulnerables. Muchos se pelean con Dios y se alejan de la iglesia ante la primera dificultad. Buscan culpables en vez de buscar al mejor aliado y consejero.
Las dificultades pueden resolverse de tres formas: solos, mal acompañado o con el Señor. Si lo haces solo te tocará aprender lecciones muy duras y cometerás disparates. Si buscas a la persona equivocada probablemente te meterás en más problemas de los que logras resolver.
La impaciencia es otro aspecto que limita nuestra capacidad de resolver problemas. Debemos darles tiempo, analizarlos y evaluar las posibles soluciones. Toda situación nos ayuda a crecer si nos damos la oportunidad de descubrir el propósito. La prisa siempre complica todo. Mi abuelita siempre decía: “despacio que precisa”. Yo soy ansioso y desesperado, por el contrario, mi socio es reflexivo y extremadamente analítico. Creo que por eso hacemos un buen equipo. Jesús puede mostrarte el tiempo correcto si lo involucras y escuchas.
Dios quiere ayudarte
2da. de Crónicas 15: 3-5 relata: Muchos días ha estado Israel sin verdadero Dios y sin sacerdote que enseñara, y sin ley; pero cuando en su tribulación se convirtieron a Jehová Dios de Israel, y le buscaron, él fue hallado de ellos. En aquellos tiempos no hubo paz, ni para el que entraba ni para el que salía, sino muchas aflicciones sobre todos los habitantes de las tierras.
El pueblo de Israel estaba perdido y se metía en problemas cuando no involucraba a Dios. Para los cristianos que caminan de la mano del Señor, las situaciones difíciles siempre tienen una razón y sentido. Entonces, muchas veces estar alejados de Dios es el verdadero problema. Su promesa de estar siempre a tu lado se cumplirá cuando se lo permitas. Te aconsejará si le consultas porque te respeta y acepta tu voluntad. El Señor te anhela, quiere que lo busques y no tendrá problemas para bendecirte o corregirte si así lo pides. Quiere darte vida eterna y enseñarte el camino para que no te pierdas, todo depende de ti y de tu disposición para aprender. Si lo buscas, Él permitirá que los encuentres.
Las causas de los problemas
2da Corintios 4:17-18 afirma: Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
La primera causa de los problemas es estar alejado de Dios. Recuerda que Él quiere ser hallado por ti y retarte es una buena forma de lograrlo.
La vida terrenal sólo es un período de formación para cuando estés a Su lado. Para Él lo más importante no es que afrontes dificultades sino que tu alma se salve y puedas pasar la eternidad en Su presencia. Él nunca nos da una prueba que no podamos soportar y siempre nos ofrece la salida.
2da. Corintios 4: 16 aclara: Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.
Tener oportunidades de crecer espiritualmente es la segunda razón por la que afrontamos problemas. Dios tiene planes que van más allá de los que nuestra limitada mente humana pueda considerar. Es como someternos a una reingeniería. Superar una dificultad te hace una mejor persona. Si eres orgulloso, pasarás pruebas que te enseñarán a ser humilde. Afronta con valentía toda situación, procura aprender rápido para que la prueba termine. Dios siempre querrá sacar lo mejor de ti, busca bendecirte no destruirte.
La Biblia dice: “si lo buscáis, viviréis”. Ante una dificultad, corre a buscar a Dios, ponte a cuentas y verás que todo se resuelve.
Cierta vez inicié un negocio que parecía prometedor. Mi socio tramitó un préstamo y yo le serví de fiador, a pesar que la Palabra nos advierte para que no lo hagamos. El negocio fracasó y afronté un gran problema con el banco porque mi socio me dejó con la deuda. Evadí la situación hasta que se hizo insostenible. Entonces, tuve que reconocer mi error y con humildad acercarme al banco a negociar. Pedí perdón al Señor quien obró para que me perdonaran los intereses acumulados y pagara el capital según el plan que propuse. Esa resolución tan favorable para un cliente era única en la historia del banco. Te aseguro que aprendí la lección y ahora no solicito créditos ni soy fiador de nadie aunque me rueguen. Antes de emprender algo, siempre consulta tus planes con Dios.
La Palabra dice que la tribulación siempre producirá algo. Esto significa que causará, promoverá y formará algo bueno en nosotros. Producir involucra un proceso que sacará lo mejor de cada uno. Al final de una prueba siempre seremos personas distintas con un valor agregado.
Consejos útiles
Romanos 8:28 nos da esperanza: Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Lo primero ante las dificultades es reflexionar y poner todo en una perspectiva distinta. Intenta descubrir el mensaje del Señor en esa situación.
Revisa si Dios habita en tu corazón o si lo que te sucede es una forma de pedirte que lo busques y encuentres.
Lo segundo es tener confianza y reconocer que los problemas siempre trabajarán para bien porque Dios quiere formarte y hacer que algo positivo crezca en ti. En mi caso, la breve y momentánea tribulación produjo algo duradero porque nunca más expondré mi vida, familia y relación con Dios de esa forma. La Palabra dice que no somos como los que no tienen esperanza. Gracias a Dios, tenemos la certeza de que no estamos solos y que todo lo que afrontas es parte de un proceso que obra positivamente.
Nunca pierdas de vista que la condición para que todo obre a bien es vivir conforme al propósito de Dios. Si lo sacaste de tu vida, estás fuera del propósito y las cosas no te ayudarán para bien, sino te destruirán.
Somos como naranjas que deben exprimirse para obtener el jugo dulce y desechar lo que no sirve. Eso es lo que Dios hace con nosotros cuando afrontamos problemas. Ante una dificultad, no te enfoques sólo en el momento, no permitas que esa situación te robe la esperanza, fe en el porvenir y certeza de que adelante hay algo mejor. El futuro es un enigma, por eso muchas veces nos sujetamos al pasado aunque limite nuestra fe, progreso y bendición. Si te aferras al pasado no tendrás tus brazos listos para recibir el futuro.
Nunca olvides que Dios se especializa en imposibles. Invítalo a vivir en tu corazón para que empiece a desenredar los nudos que te atan a los problemas. Ponte a cuentas con Él y verás que la esperanza volverá a tu vida. Reconoce que lo necesitas, busca ser una nueva criatura que cumple el propósito de Dios para recibir toda Su ayuda.
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