El Ministerio Sanador De Jesús

Por El Dr. Félix Colon Ph. D

 

¿Qué significa ser ungido?
• Ser consagrado.
• Ser separado para una obra y que el Espíritu de Dios dote de cualidades para poder llevarla a cabo.
• Ser el elegido de Dios.

¿Para qué obra fue enviado y capacitado Jesús?
Para predicar buenas nuevas, buenas noticias.

¿Cómo podría haber buenas nuevas si no hubiera nada malo o nada que arreglar?
Meditemos el Salmo 19:12,”¿Quién está consciente de su propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente!”

¿Habrá algo que necesite recibir de estas buenas nuevas que anuncia Jesús, o bien, que necesite ser renovado en algún aspecto de tu vida?

¿A quiénes predica Cristo las buenas nuevas?
Lucas 4:18 dice "...a los pobres...”
Aquí se refiere a los pobres de espíritu. Mateo 5:3 dice que los pobres en espíritu son bienaventurados y que de ellos es el Reino de los cielos.
¿Cuanto más pobre soy en espíritu, más cerca estoy de Dios? ¿No parece un contrasentido? Pero no lo es.

Pobre de espíritu es aquel que es consciente de su indigencia, de sus carencias, de sus necesidades; por lo tanto, necesita que el Espíritu Santo obre en él; 1 de Pedro 5:5 dice que "Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes".

Entonces, debemos admitir la necesidad para que el Espíritu Santo pueda sanar y restaurar áreas de nuestra vida (mente, espíritu) y no sólo de nuestro cuerpo.

El poder sanador del Señor no tiene límites ni en espacio ni en tiempo.

En Isaías 61:1 leemos que estas buenas noticias son también para los abatidos.

¿Qué significa estar abatido?
Es estar desalentado, sentirse derrotado: "No doy más".

Abatido es el que bajó los brazos y está convencido de que es demasiado lo que está sufriendo y que nada podrá levantarlo. ¿Depresión, tal vez? ¿Estados de angustia constantes? ¿Ansiedad? ¿Sensación de no poder con la vida? El Salmo 118:17 dice: "No he de morir; he de vivir para proclamar las maravillas del Señor".

El Ministerio de Jesús incluye, también, a los quebrantados de corazón.

¿Qué quiere decir quebrantar?
Despedazar con violencia, hacer trizas, hacer pedazos.
Violencia es avasallar (llevar por delante) tanto física, verbal como moralmente. Desprecio, castigo, destrucción, que otras personas ejercieron sobre tu vida y que te dejaron heridas.

Violento también es cualquier acto de abandono del cuidado en las etapas de indefensión de la vida (niñez, vejez). El abuso, de cualquier tipo, hace pedazos el corazón. Cristo está dispuesto a unir los pedazos de los corazones quebrantados…si le entregamos todos esos pedazos. No se puede decir: “esto no, porque quiero seguir siendo enojoso o rebelde”.

Dice la Palabra: "…a proclamar libertad a los cautivos…"
¿Quiénes son los cautivos?
Los que están atados por influencias engañadoras y destructivas.
¿Hay alguien que influye en tu vida de manera que no puedas crecer espiritualmente?

¿Hay alguien que pese tanto en tus decisiones, que te tenga trabado para edificar un buen matrimonio, una relación adecuada con tus hijos o con tus padres; una vida espiritual libre en Cristo?

¿Hay algo (tradiciones, creencias familiares, mandatos) que tenga atada tu fe?
Cristo es quien perdona nuestros pecados y pone en libertad a los oprimidos por el diablo.
Hay muchas personas prisioneras del pánico, del temor, de la ansiedad. Cautivos de las dependencias, de las adicciones.

Cristo vino a dar libertad a los que viven presos y dominados por las compulsiones: a comer sin medida, a mentir en todo, a gritar, a ser violento.
Él puede abrir las cárceles donde te apresan la ansiedad, la incredulidad, el temor a malas noticias, la vergüenza.

Dice el vs. 2 "a pregonar el año del favor del Señor…”
El año del jubileo se proclamaba -entre los judíos- una vez cada cincuenta años; eran devueltas las tierras que habían sido usurpadas y eran libres los esclavos.

Jesucristo viene a proclamar el Nuevo Pacto, el nuevo tiempo de ganancia, de hacer las paces con Dios, de ser perdonado, de recibir la vida eterna. A partir de la venida del Mesías, Jesús, es el tiempo en que Dios nos acepta y nos salva por medio de su Hijo amado.

Recuerda que esta aceptación es por gracia, es un favor inmerecido por Su sacrificio. Con el mero hecho de aceptar al Hijo como Señor y Salvador, activamos esa proclama de "buena voluntad" de Dios hacia nosotros.

Y dice luego "a consolar a todos los que están de duelo".
Consolar es aliviar la pena o el dolor de alguien.
Leemos en Job 5:11 "…y da seguridad a los enlutados". Cuando sufrimos una pérdida muy grande, no sólo sentimos un profundo dolor, sino también que nos falta algo de nosotros mismos, como si hubiera muerto una parte de nosotros.
Esto nos hace sentir inseguros, tambaleantes, con sensaciones extrañas, como si no nos reconociéramos a nosotros mismos.
El Espíritu de Dios fue enviado como nuestro Consolador. Él es quien ayuda, levanta y alivia nuestro esfuerzo y nuestro dolor.

Dice el vs. 3: "...y a confortar a los dolientes de Sión. Me ha enviado ha darles una corona en vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento".
Hay buenas nuevas también para los que se sienten como "muertos en vida", los que parecen estar cubiertos por la ceniza y la muerte, tanto emocional como espiritual.

La ceniza es bíblicamente señal de tristeza, dolor, muerte. La ceniza evoca lo destruido. ¿Qué está destruido en tu vida? Tal vez, ¿la capacidad de pensar, de soñar, de tener esperanza en una vida nueva y diferente?; ¿la capacidad de creer, de gozar de lo que tenés?; o quizás, ¿la capacidad de poder relacionarte con los demás o la de construir una familia?

Jesús ofrece “manto de alegría” en lugar de espíritu de desaliento. Manto en su raíz hebrea alude a algo que arropa, que cubre sin costuras, sin intersticios. Algo que resguarda de todo lo hostil, lo destructivo. Este manto de alegría es la antítesis del lamento, es el manto de alabanza.

¿Estas alabando a Dios? o ¿sólo le estas pidiendo y pidiendo, sin darle gracias por lo que ya ha hecho, lo que hace y lo que hará?

Él puede cambiarte esa identidad de "doliente de Sion" y puedes empezar a llamarte "árbol de justicia”, plantío de Dios, huerto de Dios, fruto de la obra vivificadora del Espíritu Santo.
¿Cómo es un "árbol de justicia"? El Salmo 1:3 te responde: "Es como el árbol plantado a orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prosperará!"

Cuando llega Su tiempo…el tiempo de Dios, no el tuyo. En el tiempo de Dios hay "frutos", resultados, vida nueva para lo que estaba seco y marchito.

Versículo 4: "Reconstruirán las ruinas antiguas, y restaurarán los escombros de antaño; repararán las ciudades en ruinas, y los escombros de muchas generaciones".
Si crees que tu vida no tiene arreglo, te falta conocer esta promesa.

Todo lo que está hecho escombros, arruinado -aún en el pasado más remoto de tu vida, aún en relación con ataduras espirituales de las generaciones pasadas, todo… será reedificado en Cristo Jesús. Ya no serán más verdades las "supuestas verdades" que escuchaste como "mandatos" para tu vida. "En esta familia todas las mujeres terminan abandonadas". "Somos una familia de ateos desde hace muchas generaciones".

Para Cristo no existe el refrán popular: "de tal palo tal astilla".
Dice Ezequiel 18:20 "…pero ningún hijo cargará con la culpa de su padre, ni ningún padre con la del hijo…"

El Señor trata, personalmente, con cada uno de nosotros.
Puede sanarte a ti, aunque tus padres no quieran ser sanados; aunque tu esposo o tu esposa no quiera cambiar. Debes entender que tu Sanidad Interior es personal.

Cristo puede hacer la remoción de una identidad que te trae problemas, conflicto, desdicha.
Cuando el Espíritu Santo obra, se puede forjar una identidad nueva. Puedes saber quién eres con lo que Dios te dio y con lo que Dios quitó. Sólo Él puede hacerte una nueva criatura.

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Comment by Dr. Henry, President of the AOCI on February 12, 2010 at 6:39am
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